miércoles, 18 de noviembre de 2009

Querida Kely

-Querida Kely:
Ayer fue un día muy agitado pero divertido. Te dirás a ti misma: si es el cumple de tu mejor amiga, ¿Cómo no te lo ibas a pasar bien?

Me desperté muy temprano para llamar a la cumpleañera de nuevo –el primer minuto del día la llamé para poder felicitarla la primera. Yo le avisé, así que no hubo problema de despertar a nadie-.
<>sonaba el teléfono mientras yo preparaba en mi mente lo que le iba a comentar.
-¿Quién es?-dijo una voz soñolienta.
-¡Soy “Carmeni”, FELICIDADES!-dije lo más alto posible para quitarle el sueño y que espabilara.
-¡Ah, hola! gracias por llamarme pero… ¡la gente normal, se levanta a las diez, no a las seis de la madrugada!-dijo con algunas risas.
-Ya mismo verás tu regalo… esta tarde… adiós ¡hasta luego!

La conversación fue muy breve, pero me hizo mucha ilusión. Si pudiera regalarle felicidad y alegría en vez de un peluche caro y un par de chapuzas a mano, lo haría sin duda, pues significaría nuestra amistad y cercanía eterna.

Después de buscar un traje adecuado para la fiesta –iba a conocer a cientos de amigos de los que me habla mucho, así que no quería dar mala impresión. Si por mí fuera, me habría puesto un chándal-, de ponerme mi única y querida gorra- querida porque ella me la trajo de Francia-, mi colgante de la amistad afortunada –que lo compartimos- y mis pendientes de corcheas –las dos somos aficionadas a la música y tocamos el mismo instrumento; piano-, me tumbé en la cama para leer un libro que me aconsejó, puesto que no tenía nada de sueño. Como ves, muchas cosas de mi vida están relacionadas con ella, por eso era un día especial.

Cuando pude escuchar los gemidos de la cama de mis padres que suele hacer cuando se levantan, guardé el libro y salté de la cama para que se prepararan: los planes eran ir a casa de quinceañera a comer para poder ayudarle a preparar la mejor fiesta.

Comimos espaguetis, en mi opinión, los más buenos del mes, pero en la opinión de mi amiga, los mejores del año.

En la fiesta, todos los invitados se acercaban con los regalos a felicitarla. ¡Ah! Y no te he contado que le pareció el mío; se puso muy contenta, pero decía que e mejor regalo era estar conmigo… eso me ablandó el corazón, aunque no lo admití.

Parece que hice buenas migas con sus amigos, el que mejor me calló fue un tal Alex. Es muy divertido y simpático, aunque venga de Barcelona.

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