viernes, 11 de diciembre de 2009

Aldea de gatos

Se cuenta que en aquella aldea vivía una anciana bruja conocida por sus terribles hechizos.
Un día, en las afueras del pueblecito, una campesina sollozaba en la vieja de su vieja cabaña:
-¡No encuentro a mi gata ni a sus preciosos hijos recién nacidos! Ayudadme… se los han llevado…
Nadie hizo ademán de consolarla, únicamente la observaban con cautela, y algunos, con cierta pena. Pero ninguna persona sabía que ese día empezó la perdición de sus queridos y amados felinos. Cuando llegó la noche con su consoladora nana, toda la aldea estaba ya dormida a excepción de una persona: la bruja.
Sigilosamente la hechicera entró en una casa en la que había tres endebles gatos acomodados en un rincón. La bruja los llevó mediante un conjuro a su hogar, que aunque era feo y en el exterior, era cómoda, acogedora y bonita por dentro.
Esa noche sólo hubo tres desaparecidos, pero los habitantes de la aldea se empezaron a alertar, pues los gatos eran muy queridos allí y se temían lo peor.
Cada noche no se ausentaban tres, si no, seis, nueve o incluso doce. Quisieron esconder los gatos en alguna parte, pero era irremediable. Una mañana, todos los ciudadanos se reunieron en la pequeña y única plaza del pueblo:
-¡Esto sólo lo ha podido hacer la bruja!-exclamó uno.
-¡Tenemos que responder, hacer algo!-dijo otra.
-¡Si no reaccionamos ante ella, mi preciosa gatita desaparecerá, y es la única que queda!-lloriqueó un niño.
-¡Vayamos a la casa de esa horrible bruja!
-¡Sí! –afirmaron todos a coro. Aunque una no estaba muy convencida.
Los aldeanos fueron a sus casas para preparar antorchas y todo tipo de armas, y se encaminaron hacia la famosa torre embrujada. Llegaron a su puerta.
-¿Quién es? –aunque ya sabía quienes eran, y que querían, la hechicera preguntó.
-¡Devuélvenos nuestros gatos!- chillaron a la vez los guerreros.
-Ahora están en un mundo mejor donde comen, duermen y viven mejor. Están a gusto –y con un movimiento de muñeca, hizo que la última gata desapareciera.
La muchedumbre entró enfurecida en la soberana torre para abalanzarse sobre la anciana.
-Nunca los encontraréis… -fue su última frase antes de expirar.
-¡¿Qué habéis hecho?! –Sollozó la dueña de los primeros felinos desaparecidos- ¡Ya nunca volveré a ver a mi Kaist ni a mis hermosos félidos! ¡NUNCA! Mi última esperanza se la ha llevado consigo…
-Tranquila Marla, seguro que los encontramos –intentó calmarla su amiga. En el fondo, todos sabían que no sería así.
Hicieron un tremendo esfuerzo por encontrarlos, en vanom y los siguientes días fueron horribles.
Al cabo de una semana, el volcán mas próximo estalló y acabó con toda la vida humana. Entonces, fue cuando Marla lo entendió todo; la bruja había salvado a sus gatos. Le dedicó su último pensamiento de agradecimiento, porque había puesto seguro lo más preciado de su vida.
Marla fue la única que encontró la respuesta del enigma. Hoy día, los gatos de quela aldea viven en un mundo sólo y expresamente para ellos, y muy felices. Los únicos que recuerdan a su dueño son Kaist y sus gatitos.

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